miércoles, 21 de octubre de 2009

Lluvias en la ciudad.


Y llegas del trabajo.
La casa vacia, las últimas luces pupulan por el hogar.
Ya se encuentran todos dormidos.
Te das un baño, te sientas a cenar, una comida insustancial pero dejada con amor.
Y comienzan a escucharse.
Las primeras gotas, las primeras lágrimas de aquellas nubes que se forjaron durante todo el día en el cielo granadino.
Mi primera lluvia nocturna en este paraje que intenta integrarse en mi vida.
Intento enbaucar las sensaciones debajo del lóbrego cajón de los recuerdos. Intento que no hagan mella dentro de mi, pero indudablemente solo son posibilidades abstractas que nada tienen que ver con la realidad.
Dejo de ser yo. Aquella Inanna en busca de placeres tras volver a renacer y me centro en lo que actualmente puedo llegar a ser. ¿Inanna dejó de existir?
La lluvia me envuelve. Una pequeña luz amortiguada por la oscuridad es mi única compañia. Atraigo hasta mí, la manta y un libro para que me ayude a no pensar... pero es imposible, la lluvia golpea fuerte contra los cristales, como queriendo internarse dentro de la estancia y albergar mi corazón.
Quizas sea lo mejor, pienso, quizas sea necesario que Inanna vuelva a sus antiguas costumbres donde la coraza se cernia sobre ella como la más bella de las vestiduras. Ay que ver... cuando uno quiere abrir todo su ser como existen cientos de miles de motivos que atraen las dos hojas de la puerta para que no salga nada por ellas.
Una hora de lectura plácida mezclada con pensamientos que quizás no tendrian que tornarse y siento que al igual que los personajes de la historia, yo también necesito un lugar donde reunirme con aquellos que, durante este viaje, dejé de ver.
Seguramente no encuentre ese lugar, o al menos las pequeñas hojas que revolotean de los árboles tras morir, me cuentan que no queda mucho para el final. Todo tiene un final, pero hay cosas que yo no quiero que terminen nunca.
Mis ojos se van cerrando poco a poco.
La lluvia se queda conmigo.
Instaladas ambas en la cama me ayuda a conciliar el sueño y siento que un mar en calma me embulle y me hace sentir que no hay nada más aparte de mí.
Este es y ha sido un viaje en busca de la verdadera Inanna.

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