jueves, 14 de enero de 2010

Renovarse o morir.


La falta de motivación...
La supresión de la comprensión...
La ausencia de espacio personal...
La simpleza del momento...
La necesidad del cambio radical...
Me están ayudando a pensar en algo distinto.
Quizás la etapa de Manuelita en la ciudad haya terminado...
Quizás sea necesario renovarse o morir.
Si al final no enterrara toda la esencia de este blog,
no os quepa duda que seguiría con aquellos que me leen de verdad.

Un beso y hasta pronto.


jueves, 7 de enero de 2010

Sentada en el tejado

Hoy es uno de esos días en los que indudablemente me hubiera subido a mi tejado.
A no ser porque la persistente lluvia no me deja.
Sigue lloviendo. Parece que la tierra se está desbordando por los ojos. Parece como sí se le fuera a secar el interior y toda su enorme barrigota se hubiera llenado de lagunas inmensas de lágrimas saladas.
Por ese motivo hoy no puedo dedicar una despedida a las tierras manchegas desde mi lugar predilecto.
Y mira que hoy lo necesito con ganas.

Ya no recordaba el acojonamiento que se sufre, la quemazón interna, la sensación de agarrotamiento del corazón mientras que te arañan las paredes del sentimiento.
No recordaba el sabor amargo de la tristeza.
El decaimiento general y específico de los ojos.
El cambio de color en mis iris, de un amarillo activo a un verde cristalino ceniciento.
Se me había olvidado la sensación de mirar hacia el suelo para que no vean tus lágrimas,
la tortura de saber que has elegido y no hay vuelta atrás.
Son pequeños retales de lo que hoy siento... porque se me había olvidado como es la tristeza verdadera.
Hoy estoy triste.
Y me pesa el alma...
me pesa tanto que parece que se ha ido a parar a mis pies y allí instalada me incita a no moverme, a quedarme quieta como si la pasividad fuera la solución, como si se fuera a presentar el buen tiempo frente a la puerta de mi casa.
¿De que casa?
Ya no sé ni donde vivo, ni cual es mi casa, ni donde voy a ir a parar.
No sé que he hecho con mi vida, que me ofrecen las ofertas aceptadas, que he perdido por dejar pasar las rebajas de la vida.
Me pesa la mirada.
Hoy no quiero mirar.
Si por mi fuera, hoy miraría como viaja una gota de agua por las nubes hasta posarse en uno de mis rizos y morir mezclada junto a una lágrima al aterrizar en mi barbilla.
Ya me tocaba. Hoy ha sido mi día.
Y sí, solo estoy triste y creo que nadie lo va a poder solucionar.
La tristeza no es un problema, es una sensación y aunque no queramos, tenemos que vivirla.
Al menos espero que su trayecto sea corto.
Tan corto como las repercusiones de la decisión que he tomado.

Hoy entre lágrimas de nubes digo adiós de nuevo a mi tierra, para volver a ver las luces verdosas de la Alhambra al anochecer mientras sigo pensando que hacer con mi vida.
¿Por qué?
Quizás, la respuesta final sea, por amor.


domingo, 3 de enero de 2010

Chapa y sigue.

Chapa y sigue.
Que fácil es decirlo, ¿verdad?
Hoy me apetece hablar de una de mis grandes pasiones.
Hasta ahora había intentado no hacerlo, no porque no quisiera, sino porque no había encontrado la forma más perfecta de poder definir lo que significa la escalada para mi.
Siempre quise hacer un blog aparte sobre esto y contar, como lo hacen grandes amigos, todo lo que se siente en cada escuela, en cada vía, en cada viaje... No lo descarto, pero aun no es el momento... quien sabe si detrás de ese 7a puede caer un nuevo blog también.
Por ahora me acomodo en este humilde lugar y me preparo para sacar fuera de mí una de las pocas experiencias que este deporte, que para muchos es nuestra forma de vida, me ha sabido proporcionar.

Moral de Calatrava. Mi escuela. Siempre me ha gustado este lugar, este ambiente... esta roca... tan puta para muchos, tan Diosa para otros... a mí me encanta, me fascina... su verde lima, sus regletas... sus minúsculas regletas... y como no, su inexistente adherencia.
Después de pasarme todo el verano-otoño escalando por tierras del sur, vuelvo a casa, a mi roca y sigo disfrutando con mis proyectos.
Hoy era el día, al menos eso pensaba, pero para encadenar nunca son buenos los augurios futuros...
...nunca digas, "ya está" porque en el último paso puedes caer...
... nunca digas, "hoy encadeno" porque puede ser que la roca no piense lo mismo, y como todos sabemos, esto es cuestión de fuerza, resistencia, continuidad, técnica y sobretodo... suerte.

Allí estaba mi 7a, mi primer 7a, con su paso imposible de regleta lateral hacia una roma, con pies inexistentes labrados por auténticos enanos...
Ya conocía la secuencia, ya tenía mi propia forma de resolver el problema, hoy era el día de ir motivada y encadenar. Tras calentar en Sara, 6a de pura técnica con preciosas regletas, paso a admirar lo que sería mi primer 7a, mi primer encadenamiento del año, para empezar con fuerza...
El primer paso, el segundo... chapando desde el invertido... miro la regleta lateral, la crispo bien... ahora es mi oportunidad... coloco pies y cuando cruzo a coger la regleta que decantará el destino, mi mano falla y caigo.
Una vez más el humor de la roca madre no me ha dejado alzarme con la victoria.
Indudablemente la escalada es pura sorpresa.
Pero a pesar del fracaso he conseguido una nueva experiencia, una nueva enseñanza y es que a veces hay que borrar la memoria del cuerpo sobre el paso en el que siempre caes.
Hoy he aprendido a disfrutar de mi fracaso y sin duda alguna puedo decir que he sido feliz.
Esto es como dice mi gran amigo Curro, el encadenamiento desvirga a la vía y se pierde ese amor platónico que uno siente al no poder hacerse con ella...
Sigamos pues sintiendo ese amor platónico.
Pero solo por unos días... porque ésta seguro que cae.