jueves, 7 de enero de 2010

Sentada en el tejado

Hoy es uno de esos días en los que indudablemente me hubiera subido a mi tejado.
A no ser porque la persistente lluvia no me deja.
Sigue lloviendo. Parece que la tierra se está desbordando por los ojos. Parece como sí se le fuera a secar el interior y toda su enorme barrigota se hubiera llenado de lagunas inmensas de lágrimas saladas.
Por ese motivo hoy no puedo dedicar una despedida a las tierras manchegas desde mi lugar predilecto.
Y mira que hoy lo necesito con ganas.

Ya no recordaba el acojonamiento que se sufre, la quemazón interna, la sensación de agarrotamiento del corazón mientras que te arañan las paredes del sentimiento.
No recordaba el sabor amargo de la tristeza.
El decaimiento general y específico de los ojos.
El cambio de color en mis iris, de un amarillo activo a un verde cristalino ceniciento.
Se me había olvidado la sensación de mirar hacia el suelo para que no vean tus lágrimas,
la tortura de saber que has elegido y no hay vuelta atrás.
Son pequeños retales de lo que hoy siento... porque se me había olvidado como es la tristeza verdadera.
Hoy estoy triste.
Y me pesa el alma...
me pesa tanto que parece que se ha ido a parar a mis pies y allí instalada me incita a no moverme, a quedarme quieta como si la pasividad fuera la solución, como si se fuera a presentar el buen tiempo frente a la puerta de mi casa.
¿De que casa?
Ya no sé ni donde vivo, ni cual es mi casa, ni donde voy a ir a parar.
No sé que he hecho con mi vida, que me ofrecen las ofertas aceptadas, que he perdido por dejar pasar las rebajas de la vida.
Me pesa la mirada.
Hoy no quiero mirar.
Si por mi fuera, hoy miraría como viaja una gota de agua por las nubes hasta posarse en uno de mis rizos y morir mezclada junto a una lágrima al aterrizar en mi barbilla.
Ya me tocaba. Hoy ha sido mi día.
Y sí, solo estoy triste y creo que nadie lo va a poder solucionar.
La tristeza no es un problema, es una sensación y aunque no queramos, tenemos que vivirla.
Al menos espero que su trayecto sea corto.
Tan corto como las repercusiones de la decisión que he tomado.

Hoy entre lágrimas de nubes digo adiós de nuevo a mi tierra, para volver a ver las luces verdosas de la Alhambra al anochecer mientras sigo pensando que hacer con mi vida.
¿Por qué?
Quizás, la respuesta final sea, por amor.


3 comentarios:

  1. Lo siento.
    Es bonito eso de las rebajas de la vida,pero super triste.Si te sirve de algo ahí tienes mi abrazo.
    Kisses, todo pasa: creeme.

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  2. También si te sirve de consuelo. Me encataría estar en la Alhambra.
    ¡Muero por conocer ahí!

    Un abrazo

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  3. Por cierto... me ha gustado mucho el fondo.

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