domingo, 3 de enero de 2010

Chapa y sigue.

Chapa y sigue.
Que fácil es decirlo, ¿verdad?
Hoy me apetece hablar de una de mis grandes pasiones.
Hasta ahora había intentado no hacerlo, no porque no quisiera, sino porque no había encontrado la forma más perfecta de poder definir lo que significa la escalada para mi.
Siempre quise hacer un blog aparte sobre esto y contar, como lo hacen grandes amigos, todo lo que se siente en cada escuela, en cada vía, en cada viaje... No lo descarto, pero aun no es el momento... quien sabe si detrás de ese 7a puede caer un nuevo blog también.
Por ahora me acomodo en este humilde lugar y me preparo para sacar fuera de mí una de las pocas experiencias que este deporte, que para muchos es nuestra forma de vida, me ha sabido proporcionar.

Moral de Calatrava. Mi escuela. Siempre me ha gustado este lugar, este ambiente... esta roca... tan puta para muchos, tan Diosa para otros... a mí me encanta, me fascina... su verde lima, sus regletas... sus minúsculas regletas... y como no, su inexistente adherencia.
Después de pasarme todo el verano-otoño escalando por tierras del sur, vuelvo a casa, a mi roca y sigo disfrutando con mis proyectos.
Hoy era el día, al menos eso pensaba, pero para encadenar nunca son buenos los augurios futuros...
...nunca digas, "ya está" porque en el último paso puedes caer...
... nunca digas, "hoy encadeno" porque puede ser que la roca no piense lo mismo, y como todos sabemos, esto es cuestión de fuerza, resistencia, continuidad, técnica y sobretodo... suerte.

Allí estaba mi 7a, mi primer 7a, con su paso imposible de regleta lateral hacia una roma, con pies inexistentes labrados por auténticos enanos...
Ya conocía la secuencia, ya tenía mi propia forma de resolver el problema, hoy era el día de ir motivada y encadenar. Tras calentar en Sara, 6a de pura técnica con preciosas regletas, paso a admirar lo que sería mi primer 7a, mi primer encadenamiento del año, para empezar con fuerza...
El primer paso, el segundo... chapando desde el invertido... miro la regleta lateral, la crispo bien... ahora es mi oportunidad... coloco pies y cuando cruzo a coger la regleta que decantará el destino, mi mano falla y caigo.
Una vez más el humor de la roca madre no me ha dejado alzarme con la victoria.
Indudablemente la escalada es pura sorpresa.
Pero a pesar del fracaso he conseguido una nueva experiencia, una nueva enseñanza y es que a veces hay que borrar la memoria del cuerpo sobre el paso en el que siempre caes.
Hoy he aprendido a disfrutar de mi fracaso y sin duda alguna puedo decir que he sido feliz.
Esto es como dice mi gran amigo Curro, el encadenamiento desvirga a la vía y se pierde ese amor platónico que uno siente al no poder hacerse con ella...
Sigamos pues sintiendo ese amor platónico.
Pero solo por unos días... porque ésta seguro que cae.


4 comentarios:

  1. Cada dia sabemos mas cosas de ti.
    Veo que tienes amores platónicos correspondidos.
    Saludos.

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  2. Muy interesante post.
    Me gusta sobretodo tu actitud ante ese tropiezo.
    Porque la pared seguirá ahí hasta que tu la termines de escalar y es un poco la analogía con cualquier problema de cualquier tipo.

    Un abrazo desde México

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  3. DIOS!!!! A TOPEEEEEE!!!!!!!!!!!!!!!! Mucho tiempo sin escuchar a nadie hablar de una pasión deportiva tan elegantemente!!!!!!!!

    Un abrazo amiga!!!!!!!!!!!!!!!!

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  4. Qué clase tienes, Laura Aurea. Disfruto con cada entrada que escribes.

    Con cariño y respeto, te deseo un 2010 espectacular.

    Un humilde admirador

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